Es increíble cómo la infancia y la relación con nuestros padres nos marca de por vida, transformándonos en adultos enfermos, insanos o cuerdos y estables. El señor Nolli no escapó a esa excepción, y nuestra sociedad tampoco, porque sinceramente, al margen de cualquier opinión o cercanía con quienes fallecieron, el caso nos conmueve a todos por su crudeza y por la historia de vida que encierra.
Según explicaban sus familiares, este señor tuvo un fiasco de relación con su padre, quien de frentón jamás lo quiso ni le prestó atención....y este modelo enfermo lo repitió con sus propios hijos.
La necesidad de sentirse querido, de aumentar su autoestima, de ser reconocido, lo llevó por un sinfín de erróneos caminos que finalmente no hicieron otra cosa más que colaborar en desquiciarlo. Un joven sin puerto ni norte erró por la vida y creyó que en ello se enaltecía.
Cuando nosotros, los profesores de los más desposeídos, nos enfrentamos a este perfil de adulto "asesino y enfermo" solemos sentir un repudio innato, pero al mismo tiempo una sensación de pesadumbre y tristeza. ¿Por qué? simlemente porque día a día luchamos por doblarle la mano al destino de decenas de Italos Nollis, de enanos no deseados,de gentes sin dios ni ley, de "Sinpadres y sinmadres" que piden a gritos que los miren y los mimen, incluso de las maneras menos ortodoxas existentes.
Durante estas semanas de año escolar, y como nunca, he sentido cómo, nosotros los padres, somos de necesarios y cómo, los maestros, somos el reemplazo que la sociedad y estas almas exigen sin negociación alguna ni piedad. Nuestra atención y paciencia sublime son unas cuotas altísimas, nuestro cansancio ,el precio.¡Cuan complicado es ver la vida pasar , proyectarse frente a tus ojos y sentir que sobre tus hombros la sociedad toda pone- sin derecho a pataleo- la continuidad de su "Bienestar y estabilidad".................................Ups.
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